lunes, 24 de agosto de 2009

Tragedia de Cromañón

La otra cara
El público de Cromañón dejó sus uñas incrustadas en la pared. Y allí van a quedar, parece. Aunque no pase nadie por el frente del boliche que se incendió el 30 de diciembre de 2004, cuando tocaba Callejeros. Ahí van a quedar, digamos. Aunque nadie escuche las uñas, ahí van a quedar. Las manos van a quedar abiertas, buscando una salida a través de la pared, empujando lo imposible, buceando en el cemento impenetrable, más allá de lo que diga la física. Eso que acá todavía se llama rock se pega la cabeza contra esa pared, se llena los pelos de tizne.
¿Cómo atraviesa una pared? ¿Cuál es su puerta de emergencia? Para romper una pared de pura impotencia se usa la llave de la justicia. Leer nota

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