Está en camiseta y jogging, cada tanto se va a la cocina, mira lo que está cocinando y contesta, se ríe y posa para la foto: no parece, pero es un monumento Fogwill. Es el tipo que en dos días y medio y con 12 gramos de cocaína -según la leyenda que se ocupó de propagar-, le inventó una forma nueva de contar la política a la literatura argentina. Fue en 1982, cuando tenía 41 y el cuerpo le aguantaba el tirón de escribir Los Pichiciegos de una sentada y relatar como nadie -y en plena guerra- la desventura militar en Malvinas. Y si ahora está en temporada de entrevistas es porque se acaba de reeditar su novela Vivir afuera. Leer nota
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