“Cada paso que yo di, puede ser extraño, cada vez que me perdí, no me alcanza.”
Hace tiempo que Lisandro Aristimuño dejó de ser parte de ese puñado de cantautores que desde el ‘indie’ apuestan a una forma diferente de la canción, para trazar su propio camino, que bordea precipicios y transita plácidas praderas atravesadas por los siempre presentes vientos del sur; su sello de fábrica.En esa búsqueda, Mundo anfibio, editado en abril de 2012, fue una especie de coronación de un trayecto en el que la acumulación de pasado no fue sólo un amontonamiento de títulos de canciones -más o menos buenas, mejores o peores-, en el sentido de una carrera que suma más por antigüedad y por cantidad que por calidad. Leer aqui
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