Un repaso por la discografía de estudio del grupo, desde los raptos de folclore hasta la consagración como aplanadora del rock.
El segundo disco de Divididos es una auténtica maravilla de reinvención no sólo para el grupo, sino también para buena parte del rock argentino de los 90, que se subió a la prepotencia de un sonido. Pero, a diferencia de los convidados de piedra, el tándem Mollo-Arnedo tenía canciones de sobra para demostrar autoridad y vuelo a la hora de los estribillos: pinturas conurbanas como el "El 38" o "Sábado" deslizan una poética de flashes en vez de apelar a los golpes oportunistas o los juicios esclarecidos. Divididos inicia acá su larga saga de cambios de baterista, y Federico Gil Solá ayuda a consolidar la identidad del trío que ya casi no extraña a Sumo o, si lo hace, puede desahogarse con talento como en la perfección reggae de "Sisters". Por encima de todas las composiciones del disco, "Ala delta" brilla como si todos esos años en Sumo debieran probarse en un ensayo de agilidad que mejore el pasado y suba la apuesta hacia el futuro. Y vaya si lo logra. Leer nota completa aqui
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