En la canción que da título a su nuevo disco,Lo niego todo, Sabina se presenta como antihéroe, «ni ángel con alas negras / ni profeta del vicio», pero su público sigue reservando para él los mayores honores: así lo expresó este miércoles con un lleno en el Palau Sant Jordi, dos años después del último, y con otro recital más en la recámara programado para el 13 de septiembre. Difícilmente puede haber un tratamiento más expeditivo contra sus inseguridades que las ovaciones dispensadas al paquete de nuevas canciones que abrió la noche.
Sí, Sabina ha vuelto exhibiendo cierto músculo compositivo, ese material que, de la mano de Leiva, el excomponente de Pereza (que no toma parte en la gira), y del poeta Benjamín Prado, abre un poco su espectro estilístico y estira su lírica de madurez. Se trata de volver a empezar, como pareció querernos decir con ese Begin the beguine, de Cole Porter, que arropó la introducción de la noche, con fotos de recortes de prensa en la pantalla de video que reproducían esos clichés al estilo de «el Bob Dylan español» a los que pasa revista en Lo niego todo. Esta pieza-manifiesto abrió la sesión con su trayecto solemne, tocado por un estribillo largo y sentimental. Sabina, plantando cara a la literatura que ha envuelto su carrera y desmintiendo lo que se ha dicho de él, «incluso la verdad». Nota aquí.
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