Ismael Serrano disfruta la vida con una nueva mirada desde hace tres años, cuando se convirtió en padre. Esa experiencia la ha convertido en un musical infantil, Oliverio y la tormenta.
En su disco La llamada (2014) hablaba sobre los efectos de la crisis. ¿Los niños han sido los grandes perjudicados?
Yéndonos al extremo, el nivel de pobreza infantil es dramático. Pero también padecen las familias en las que se vive el desempleo o la precariedad, como los padres que no pueden darles vacaciones a sus hijos o venir al teatro. Cuando esa precariedad se instala en tu vida es difícil compaginarlo con la vida familiar.
Después de que sus canciones sirvan como banda sonora de una generación, ¿con este proyecto continúa pasando el testigo a sus hijos?
Si hay algo bonito que conectó a muchos cantautores con la generación en la que vivían fue que crecieron con ellos y compartieron vivencias. Lo que no puedo hacer, con 40 y tantos años, es seguir haciendo lo mismo que antes, tengo que vivir lo que me toca.
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