Lo más parecido a una zapada. Cambian los tonos, formas, intensidades y palabras. Litto Nebbia compone este encuentro como a una canción: “Siempre improviso. En el escenario, aunque la letra y la música sean las mismas, es imposible repetirse. La música está viva”.
Desde ya que no escribe canciones de una sola manera, “tampoco apelo a técnicas, ocurre, simplemente”. Compone, a solas, en su casa del Tigre, a media cuadra del río. Se sienta al piano Stenway, de media cola. “Hoy, por ejemplo, me levanté a las siete, quince minutos después estaba tocando”. Suele registrar las melodías en un grabador, a veces las escribe en partitura. “Revisando, noté que cuando aparecen música y letra a la vez, las canciones salen redonditas, llegan lejos”. Nombra a Viento dile a la lluvia, Sólo se trata de vivir, No importa la razón, El bohemio va. Canciones que se compusieron en los minutos que suenan. “Es como si me las hubieran estado dictando, escribía rápido para no olvidarlas”. Las manos trepadas al piano y a la partitura, casi a la vez. “Terminaba agotado, al final me daba cuenta de lo que había escrito”. No se quita los anteojos negros en ningún momento. “Claro que me emocionaba”. Parece que ocultarse tras los vidrios negros lo salvó más de una vez: “Es un problema, me emociono y lloro donde sea. No puedo evitarlo”. Otras veces compone la música, después la letra. Así fue con Está en tus manos. La grabó en el 2000, tres años después la escuchó en el auto mientras viajaba a Colonia, junto a Alex, su mujer. Le gustó, le puso palabras. También se le anima a letras ajenas: “Cuando aparece un poeta que describe otras imágenes, es un desafío”. Leer aqui
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