domingo, 16 de agosto de 2009

Jose Pablo Feinmann

Las historietas van a la guerra
Los colores del traje de Superman son los de la bandera norteamericana. Superman trabaja en Metrópolis y Batman en Ciudad Gótica, pero todos sabemos que se trata de metáforas de las grandes ciudades del Imperio al que protegen. Ese Imperio lo merece. Por algo creó superhéroes tan fascinantes. Alguien dirá que nunca nos llegaron otros. No es así. De pibe yo leí más a Misterix que a Mandrake. Más al Sargento Kirk que a Roy Rogers o a Gene Autry. Que eran cowboys, no superhéroes. Pero eran héroes. Kirk tenía una gran ventaja a su favor –fruto del genio de Oesterheld y del dibujo de Pratt–: no parecía un héroe. Nunca hubo nada más grande. Kirk nos inició en la adultez. Uno vivía en el Ranch del Cañadón Perdido. Estaba allí con Kirk, el Corto, Maha y el doctor Forbes. Leer nota

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