Si decís Celeste Carballo dos veces seguidas se te caen encima algunas imágenes de novedad y avanzada: neo-hippie durante el flower power democrático, muchacha punk, vegetariana militante y, sí, lo del lesbianismo, esa reliquia que ahora es objeto de consumo. ¿Y sabe por qué, señora? Porque lo que hoy no se tolera, lo realmente inadmisible, es la mezcla de sushi y cabernet sauvignon. Bueno, así hasta que un día edita Celos, un disco de tango, y la pregunta es: ¿cuándo se habrá cansado de las vanguardias? Leer nota
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