El notable músico está presentando Cuando lo imprevisto se torna necesario, una edición excepcional por muchos motivos. Y sobre todo por la necesidad de hacer relucir una música clásica argentina que a veces pareciera no existir. “Yo soy Zama, ‘el que envejeció sin crecer’”, dice Gerardo Gandini. “Así termina Zama, de Antonio Benedetto, y ese personaje soy yo”, sonríe, acodado en una de las mesas de lo de Mario, un café de míticas milanesas enfrente de su estudio, en la calle Rómulo Naón. No es la única vez en que hablará de escritores. Leer nota
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