Si hay una partitura grandiosa y sensual, gloriosa y enérgica, erótica y explosiva, tan llena de vida y pecados como de ironía, parodia y desmesura, ésa es la provocadora Carmina Burana, de Carl Orff. Aquellos textos medievales escritos entre el siglo XII y XIII, encontrados en el monasterio de Bura Sancti Benedicti (Baviera), donde los monjes y estudiantes se reían de todo lo establecido y cantaban al placer desmedido, a la orgía y al vino, a la juerga permanente y al sexo con y sin condena, han perdurado a lo largo del siglo XX y siguen haciéndolo en el XXI, desde que Orff les pusiera música en 1938. Oro puro para un grupo como La Fura dels Baus. Leer nota
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