Primero, el compromiso artístico, comercial, responsable; la nave insignia de la carrera de cada músico; aquello por lo que quiere ser reconocido y que le permite ganarse un lugar en el mundo del arte. Recién después –al menos en este caso es así– viene el segundo proyecto, más ligado al placer de la música por la música misma que a compromisos con compañías grabadoras y todo el mundo no musical de las canciones. Es en ese segundo proyecto donde los artistas suelen tomar más riesgos, divertirse más, reírse más. Leer nota
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