En el arte de enseñar, José Pablo Feinmann bien podría ser una suerte de pedagogo neo cartesiano, con una fuerte modulación hegeliana, cuando se pregunta por qué ya nadie se atreve a dudar. Pero cuando camina con guapeza de una punta a la otra del escenario y cuenta con el desparpajo y la redondez necesarios la caída del Muro de Berlín y mecha una evocación al genial músico ruso Dimitri Shostakóvich y su ambivalente relación con el régimen comunista, arremete contra Francis Fukuyama y Samuel Huntington, los cruzados del “fin de la historia” y el “choque de civilizaciones” respectivamente, y hace una magistral cabriola con el tiempo y se remonta a 1831 para recordarlo a Hegel –que incurrió en el pecado de dar por finiquitada la historia. Leer nota
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