¿Qué, si no, puede decirse de una guerra en que los dos bandos se alimentan el uno al otro como si se propusieran eternizarla? Ocurre en Afganistán. Los camiones cargados con víveres, medicinas, municiones, armamentos et al para las tropas de EE.UU. llegan a sus bases custodiados por los talibán. Los talibán reciben fondos del Pentágono. No es una cortesía recíproca, es una necesidad y se resuelve gracias a la corrupción imperante. Leer nota
No hay comentarios:
Publicar un comentario