En una tarde-noche inolvidable en el Café Molière, Luis y los músicos de las Bandas Eternas hablaron y tocaron. “Vean que esto existe... que no es una idea flotando en el aire”, dijo Spinetta, antes de embarcarse en un breve set que dejó a todos con ganas de más. Pocas veces ocurre en la vida que un hecho intrínsecamente artístico supera eso mismo de lo que se nutre lo intrínseco. Que un hecho así, único, soñado y excepcional, sea imposible de abordar mediante palabras. Es de esos momentos en que la palabra –en tanto herramienta base de la explicación de lo empírico– se queda sin palabras. Leer nota
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