Ha cumplido la mayor exigencia que puede hacérsele a los genios. Sí, la que les pedía otro de ellos, el poeta maldito Baudelaire: "Hay que ser sublime sin interrupción". Y a fe que él lo lleva siendo más de medio siglo. A ver quién lo borda como compositor, cantante, poeta, ensayista, dibujante, pintor y hasta director de cine, además de intelectual comprometido con su tiempo y con los más débiles. A ver. Pues eso. Pongamos que se habla/escribe de Luis Eduardo Aute. No hay otro con semejante hoja de servicios a la cultura española.
La admiración que lleva despertando Luis Eduardo Aute a lo largo de todo este tiempo no ocupa sólo a sus seguidores, no sólo. Porque, en este país cainita y tan dado a la envidia, los piropos le llueven también desde el proceloso mundo de los compañeros de profesión, mayormente los de las músicas, con un calificativo que es denominador común: ¡maestro! (así con los nunca tan bien utilizados signos de admiración). Nota aquí.
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