Convertido en referente privilegiado de los padres progresistas, su éxito máximo se da en México, territorio que siente más cercano a la posibilidad de la inocencia, o al menos no tan cerca del aliento en la nuca argentino, entusiasta del mal paso ajeno. La pérdida de la inocencia, ¿cómo te respondo a eso? Lo primero que vos dirías es que los argentinos en Latinoamérica somos los que tenemos más “suspicacia”, y para mirar con suspicacia no tenés que mirar con inocencia; tener suspicacia es todo lo contrario. Y dentro de los argentinos, los de ciudades grandes, los porteños quizás, sean los más suspicaces de los suspicaces. Y venimos de toda una inmigración que castigaba la inocencia y el que no afana es un gil, con reglas muy duras de sobrevivencia. Leer nota
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