pesar de ese pasado del espanto, la vida no se rinde. Vimos cómo en estos días se recordó, por ejemplo, el “Cordobazo” con aquel Agustín Tosco, grito de piedra pero sensible como pocos a la palabra solidaridad; vimos cómo se recordó a esos adolescentes increíbles de “La Noche de los Lápices” (a pesar de la pequeñez más que mezquina de esa directora del colegio que quiso amonestar a los adolescentes que salieron del colegio a recordarlos la semana pasada). Pero sí, se los recordó, con todo el dolor y la vergüenza de que argentinos hayan cometido esos crímenes tan cobardes y de una perversidad que nunca podrá superarse en la historia de la iniquidad humana. Leer nota
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