Nada es lo que era
Déjame que te explique que la carne
se hace menos firme y que me duelen
las articulaciones y me duermo
después de la comida en el sofá.
Que, incluso, las resacas me parecen
un castigo divino y no hay manera
de aguantar más allá de un par de tragos
las pocas veces que salgo por la noche.
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