Nunca perdemos del todo el pelo de la dehesa. Y las viejas doctrinas se nos quedan siempre en el algún pliegue de nuestra memoria. Me dicen, leo, me comentan que la nueva ley audiovisual, ésa que el Gobierno intentó hacer entre calores estivales y medio de tapadillo, y que ha terminado en el Parlamento, como debe de ser, recoge la prohibición de que se emita en abierto el porno.Así que las “guarreridas”, que diría Chiquito de la Calzada, quedan reservadas para quienes paguen los canales correspondientes. Los pobres –a la vista está- no podrán ver películas ni programas de contenido sexual. Y tendrán que conformarse con los chistes de maricas y de putas en las barras del bar o con el más democrático internet. Leer nota
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